Cómo detener este inmenso dolor
que se me ha incrustado en mi corazón?...
¿Cómo no sentir tanto vacío
en estos dias decembrinos?
¿Cómo mitigar tu ausencia?
¿Por qué escogiste estas fiestas navideñas
para llevártelas a la Eternidad,
dejándome en triste soledad y desvalida?
¿Y por qué no me enseñaste a vivir sin tí?...
Hoy sería mas liviana mi soledad!
Fue todo lo contrario:
Me enseñaste lo que realmente
es la alegría de la Navidad...
Me enseñaste a compartir estas alegrías...
y a ver con los ojos del alma
las relucientes luces de colores
que iluminan nuestros corazones
en la Noche Buena...
Me enseñaste tantas cosas
bellas y maravillosas
que compartimos los dos,
unidos en el Amor!...
Me enseñaste a abrir mi corazón
para darle la bienvenida al Niño Dios
en la posada de mi existencia!...
Me enseñaste a vivir la Navidad,
a compartir alegres momentos
en nuestro hogar bendito,
con nuestros hijos y nietos...
Pero...
no me enseñaste a vivir en soledad,
soledad que clama por tu presencia!...
Así... deseaste algún día
desprenderte de este mundo
que ya era muy pequeño para tí...
Y Dios te escuchó... te complació...
y vino a buscarte con sus ángeles
en una Noche de Navidad...
y tú, raudamente abriendo tus alas blancas
elevándote a la Eternidad,
cantando con los ángeles y querubines,
con inmenso entusiasmo y emoción,
las gloriosas
melodías del ALELUYA!...
Y ahora, tú allá
en las grandes mansiones del cielo...
y yo... aquí... en triste soledad,
esperando también mi partida,
para celebrar unidos las delicias celestiales
ya convertidas en eternas
Noches de Navidad!...
Nhylath...
©Copyright Nila J. Bohórquez
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