La felicidad la encontramos en nosotras mismas, en la belleza espiritual que cada quien cultiva y alimenta día a día.
La belleza física es pasajera; la belleza espiritual no tiene límites ni exigencias, sólo hacerla florecer, exteriorizarla para que, quienes logren conocerla, percibirla, sentirla y verla reflejada en el prójimo, puedan exclamar "Que hermosura de alma... que belleza de sentimientos"...
Esa es la verdadera belleza natural que debemos alimentar cada día, para que esa flor que es la razón de ser, nunca se marchite, se muera... y siempre nos sintamos bellas por dentro... y si la naturaleza nos ha sido pródiga, también en nuestra parte externa!...
Nhylath...
©Copyright Nila J. Bohórquez
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